sábado, 11 de septiembre de 2010

Las manos tibias encienden la hierba
de los aromas fundidos por la primavera
con heridas en el humo, lentas se queman
quedando en su pared sólo cuadros y estrellas

por su ventana los pájaros cantando vuelan
que a su paso describen las marcas del ayer
como las flores que crecen junto a la rivera
que son la alegría y el orgullo de su ser

ahora pone una mano en el pecho y en su pena
mientras todo va pasando el viejo se queda
donde un día fue un gran hombre y poeta
cantándole a las flores el cigarro se quema



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