lunes, 4 de enero de 2010

La otra cara de la noche

Me ciegan las palabras de esta noche oscura cuando abro mis ojos a este extraño sueño, como si de pronto alguien despertara y mirara a través del reflejo de la luna asomada tímidamente por la ventana para grabar con la voz los secretos y los miedos de un corazón de madera.

Es un viaje hacia el centro del alma cuando cierro los ojos y aparecen los seres y las sombras que aun recuerdo florecidos en un jardin de lágrimas que a veces suelen regarse por la nostalgia. Es un viaje infinito a tu cuerpo que la soledad imprime en cada segundo al llamado del color desde donde se enciende un farol y se alumbran las manos de una calle inundada por esperanzas que nacen antes del amanecer tenidas todas ellas de ilusión.

Tan fácil , como doloroso, el silencio abraza al tiempo como las olas al mar escondidos por la noche entre lágrimas rojas del horizonte. Así se ve llegar un barco entre el acuario azul para llegar al puerto y desembarcar la imaginación de algunos violines, guitarras y charangos entre el espacio en que existe tal vez solo un sonido del alma.

Así observo desde lejos aves que vuelan hacia un extraño lugar por un camino en llama que avanza hacia una estrella hecha de sal en una fría noche de sabor amargo. Así, tan fugaz como lo pueda parecer antes de volver a cerrar mis ojos en este cuarto de horror y dejar paso a lo inevitable, el tiempo quizás robe un segundo de mi silencio y lo incendie hasta donde tu estas y así quizás el gris pudiera volverse color.

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